De la pluma de Gabo a Suacha

En un municipio muy cercano a Bogotá, que puede ser el “Macondo” de Cundinamarca porque lo que sucedió en la novela de Gabo parece acontecer en éste municipio, se observan los problemas más latentes del país; como si éste fuera un espejo de la nación. Aquí se refleja una imagen general de Colombia: Un país hundido en la pobreza, violencia, descuido al medio ambiente,la desigualdad, corrupción, etc.


Lo primero que se puede observar es la corrupción. Un flujo vehicular, cuyos carros destartalados, llenos de gente que busca acomodarse en un minúsculo espacio dentro del apretado vehículo, se ve interrumpido por obras construidas a medias. Calles sin pavimentar, mal arregladas, con más cráteres que la misma luna, sin mencionar aquellas vías que no son principales, que lo único que poseen es una trocha llena de polvo e insegura, obras, que por alguna razón se tuvieron que construir dos veces debido a la mala memoria de los ingenieros, a cualquiera se le olvida instalar el sistema de alcantarillado, eso suele pasar.

Obras mal hechas, que interfieren de manera negativa al transporte y comunicación de los habitantes. ¿No es acaso un símbolo de corrupción? Puede ser de cualquier administración local corrupta y desfalcadora, muy al estilo de los Nule, que saquea los bolsillos de los habitantes. Sin embargo, no son solo las obras públicas mal hechas, las vías destapadas y las concesiones estancadas las únicas muestras de corrupción. Politiqueros baratos, administradores rufianes se llevan llenos de dineros los bolsillos desfalcando las arcas del presupuesto público. Corrupción, cuyas consecuencias son sufridas por sus habitantes no solo del municipio, sino de cualquier lugar del país.

En éste “Macondo” cundinamarqués, también sobresale el descontrol legal al medio ambiente. En el país de la locomotora minera, no es difícil darse cuenta de los grandes daños que causan las multinacionales a la tierra. Caso claro para ilustrar es el de algunas ladrilleras, canteras, que funcionan con muy poco control ambiental, o en el peor de los casos, sin control alguno. Destruyendo el medio ambiente, arrasando con las montañas, por la piedra, la arena, las rocas industriales, etc. A pesar de que sus bosques no son endémicos, el daño causado por las toro-retroexcavadoras es irremediable. Ecosistemas arruinados por las ruedas de las volquetas y los pies de los hombres. Centenares de árboles son talados y quemados. Unido a esto, otro complicado problema sale a la luz: La destrucción del arte rupestre, piedras pintadas por los más antiguos habitantes también sufren las consecuencias de las canteras; muchas son destruidas o están a punto de ser derribadas, acabando con años de historia, con el patrimonio cultural de la nación.

De las más aterradoras consecuencias, es que todo esto perjudica a todas las familias: la salud y el ambiente de los niños, ancianos; afectando así mismo los ríos y humedales que caracterizaron la zona, ya no existen más. Aquellas esponjas naturales que regulan y controlan las aguas lluvias, fueron destruidas y rellenadas por la cruel mano de la industria de la construcción. La devastación de la naturaleza en el casco urbano no es sino uno de los síntomas de la enfermedad. Enfermedad aquella del desplazamiento, la desigualdad, la guerra y la pobreza; pobreza encarnizada en el cuerpo de los habitantes. ¿Construcción? ¿Sobrepoblación? ¿Medioambiente?

Un sinfín de nuevas construcciones inunda el pueblo con aguas de gente que quiere una mejor vida, que nadan en tiempos de calma. Sin embargo no se asoma ni por la esquina un proyecto de bienestar social y de carácter público. En ocho pisos de un complejo de apartamentos, o en los cientos de metros cuadrados de un conjunto residencial, no es posible acceder a un colegio, a un hospital, un parque, a una universidad pública.

Solo el tiempo será el que muestre las consecuencias catastróficas de tan nefasta aniquilación ambiental, de la sobrepoblación local y nacional. Aunque ya se perciben algunas: nadar entre la basura, sufrir de inundaciones, afectación en los servicios públicos, en la salud y la educación, etc.

Un país que ha vivido casi toda su vida como república sumergido en la violencia, escribiendo su historia con la sangre de la nación, ha tenido que vivir las horrorosas consecuencias de la guerra: víctimas, desplazamiento, injusticia, violencia e inseguridad son dos aspectos que por lo general van muy unidos, y este municipio no es la excepción a tales acontecimientos. Unido a la falta de inversión en educación, y al desempleo, los problemas surgidos por la violencia se vuelven un aspecto de la vida diaria. Centenares de personas, jóvenes en su mayoría, al encontrarse en una situación de pobreza, hambre, buscan entre lo ilegal el pan de cada día. Robos, drogas ilícitas, pandillas, extorsión, son comúnmente los problemas que amenazan con explotar en un abrir y cerrar de ojos.

Aunque no están descritos absolutamente todos los problemas sociales y políticos de la nación y de éste “Macondo”, ¿No se identifica usted, señor lector, con las anteriores líneas? ¿No le parece familiar el municipio anteriormente descrito? Quizás sí, o tal vez no. Quizás solo le basta alzar la vista y mirar a su alrededor para darse cuenta que el “Macondo” está más cerca de lo que cree. Lo único que realmente espero es que éste “Macondo”, no termine como su versión original: destruido, hecho polvo y vuelto escombros producto de un huracán. Un huracán, que lleva en el viento pobreza, desempleo, violencia, corrupción y desigualdad y que puede borrar para siempre al municipio del mapa.

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