Espacio público vs vendedores ambulantes

Sorpresa grata para los Suachunos ver como los primeros días de Diciembre del año inmediatamente anterior se aplicó la política del respeto por el espacio público y desocupación de las calles principales de la presencia de los vendedores ambulantes.


Caminar plácidamente por la séptima fue una experiencia que hacía décadas, mas en esta época, no tenía el placer de hacerlo. La vía para los vehículos, los andenes, de manera cómoda para los peatones, la paralela de bici-ruta para lo que fue construida, caminar por ese sendero desde la calle 11 hasta la 22 fue toda una experiencia gratificante, más aun cuando ya existían espacios públicos de ‘propiedad privada’ por parte de estas personas que se apropian de lo público. Y ni hablar de la seguridad, pues un ladrón ya no se aprovecha del “tumulto de gente” para hacer de las suyas, lo piensa dos veces o simplemente se abstiene del atraco, además porque dicha avenida a estado acompañada constantemente de la policía Nacional.

Ciertamente no fue una decisión populista pues siempre ha existido el falso rumor de los “acuerdos” de los burgomaestres con la agremiación de dichos vendedores, rumor que hacía crecer el escepticismo de la población, mas aun cuando nosotros los ciudadanos veíamos indefensos como día tras día se acrecentaba los vendedores en las calles, limitando considerablemente el caminar plácidamente por las arterias principales; sin embargo, la toma de decisión dejo plasmar el concepto de autoridad que ninguno de los antecesores del actual alcalde había tenido para comenzar (pues obviamente es un proceso paulatino) a “desalojar” las ventas ambulantes que aun tienen “arrinconados” a los peatones.

Vale la pena suponer que la medida debió ser tomada en conveniencia al bienestar común y no a unos cuantos particulares que argumentaban en su defensa el derecho al trabajo, excusa que no alcanzó a tener eco en las autoridades competentes, pues de sobra se sabe que la mayoría de “ambulantes” no son residentes del municipio, tienen dos, tres o hasta cuatro negocios ambulantes haciendo lucrativa la invasión, pero solo a unos pocos: a sus dueños, los “empleados y/o administradores” se van solo con las migajas.

Además, al momento de la iniciativa de la medida, cuando hubo necesidad de traer a la policía anti motines, pues los ambulantes afectados pretendieron hacer manifestaciones con cierre de calles y hasta con piedra en mano, tal fue mi sorpresa de escuchar accidentalmente a vendedores de la misma calle 13 (quienes deberían estar saltando de la dicha por la medida) organizarse para apoyar la causa de los “desalojados”, curiosa postura para uno como incauto, pero que luego me cercioré que la causa de ese “apoyo” era la de cuidar sus otras sedes ubicadas en la mencionada carrera séptima.

De esa manera queda claro que “SÍ SE PUEDE” cuando existe voluntad política, recursos (recordemos que eso no es de soplar y hacer botellas, se debe planificar gastos que cuestan millones de pesos, me permito remitirlos a la noticia de este diarios dada el 30 de Diciembre de 2014: El alto costo que paga Soacha por mantener la Cra. 7 y el Parque sin vendedores ambulantes) y sobre todo cuando nosotros los ciudadanos entendamos la razón de no comprar en la calle, habremos aportado por un espacio público que sea de todos…no de unos cuantos.

Edgar Orlando Matallana U.

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