«La última llave» muestra los inicios de la saga «La noche del demonio»

La historia del filme comienza en 1954, por lo que es en realidad la primera parte de la saga, seguida del «Capítulo 3», «La noche del demonio» y el «Capítulo 2».


Este jueves la cartelera de cine en Colombia se renueva con el estreno de la película colombiana «Si saben cómo me pongo ¿pa’ qué me invitan?», así como «El gran showman», «Los que aman odian» y «La noche del demonio: la última llave». Ésta última lleva al espectador a los inicios de la franquicia «La noche del demonio», cuyo título original es «Insidious».

«Es una historia del origen», afirma el productor Jason Blum. «Narra la forma en que Elise evolucionó y conoció sus poderes especiales. Los primeros 20 minutos del filme ocurren en 1954, pero el resto de la película acontece justo antes de que comience ‘La noche del demonio'», por lo que «La última llave» es en realidad la primera parte de la saga, seguida del «Capítulo 3», «La noche del demonio» y el «Capítulo 2».

Así que en esta entrega los espectadores sabrán cómo la parasicóloga Elise Rainier, cuando era niña, descubrió que tenía dones sobrenaturales, sufrió gran crueldad a manos de su padre y descubrió el entorno de la maldad pura conocido como ‘el más allá’.

«La noche del demonio» se estrenó en 2010 y fue tal la popularidad, que el productor Blum quiso realizar la cuarta entrega, pero para eso necesitaba de la «bendición» de James Wan (recordato por «El conjuro» y «Rápido y furioso 7») y el escritor Leigh Whannell.

«Hemos hecho muchas películas de terror y lo más difícil en este género es que el actor sea creíble cuando se comunica con el público. Presentas el tema, en cierto modo planteamos: los fantasmas son reales, existen, son aterradores. Sin importar que el guion esté bien escrito, Dios bendiga al actor Leigh Whannell, es difícil decir estos parlamentos y creerlos. Pero Lin (Shaye, la actriz) es excepcional para expresar cosas ilógicas y conseguir que se sientan como si fueran plenamente sensatas», explica Blum.

Fuente: El espectador

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