No para la contaminación auditiva en Soacha

Una de las nocivas consecuencias que cada vez se populariza más entre los comerciantes que invaden el espacio público en el municipio es el uso de apoyos auditivos para tratar de llamar la atención de los transeúntes, en busca de impulsar sus actividades. Sin embargo este comportamiento está causando caos en las principales avenidas, calles y carreras del municipio.


Para los residentes del municipio, la peor situación es que el uso excesivo de volumen no es un comportamiento que manejen únicamente los invasores de espacio público, pues manifiestan que cada vez es más común entre dueños de almacenes, empresas que ocupan las calles como estrategia de comercio y en algunos sitios específicos, personas que ofrecen servicios informales a los conductores de transporte urbano y dueños de vehículos.

Yinary Giraldo, residente de la Comuna uno, expresó: “La situación que se percibe en la calle 13, el costado norte-sur de la estación de San Mateo, la Carrea Séptima y la Calle 30, después de Unisur, en ocasiones se torna desesperante y la contaminación auditiva brota de todos lados. Tanto el vendedor que se dedica a mover sus productos, como los dueños de tiendas, restaurantes y bares usan volúmenes de sonido exagerados, e incluso pareciera que esa fuera la forma de competir entre ellos para llamar la atención del usuario”, puntualizó.

Para los visitantes el nivel de decibeles que se percibe en el ambiente es mucho más notorio que en Bogotá, en zonas donde la afluencia de personas es parecida a las anteriormente mencionadas, hecho que genera condiciones de estrés y sofocación, además de leves afectaciones a la salud.

“Llegar a Soacha y encontrarse con niveles de ruido tan exagerados al costado de la misma estación de Transmilenio genera un ambiente de pesadez, pese a que parece una situación única por el pequeño contexto formado por conductores, “patos” y comerciantes al costado de la estación; basta con entrar a la carrera séptima, desde la calle 15, y el ruido continua extendiéndose por todo el centro de la ciudad”, expresó Katherine Castillo, estudiante universitaria.

Uno de los hechos que posiblemente cause más inconformidad en la comunidad es el provecho que empresas privadas y oficiales están sacando, tanto del espacio público como del uso desmedido del sonido.

“Las empresas de telefonía móvil suelen pararse en las esquinas de las cuadras residenciales y durante horas mantienen un escándalo en el que ofrecen sus promociones, generando incomodidad a todos los residentes de tres cuadras a la redonda. Lo peor es que se ubican ahí durante horas y al momento en el que algún vecino hace el reclamo, actúan de forma negativa. De la misma forma el llamado a la policía para que ejerza control resulta infructuoso, puesto que rara vez ponen atención. La situación se repite con empresas de servicios y venta de colchones comúnmente”, destacó Graciela Hernández, habitante del municipio.

Finalmente, la invasión del espacio público también se está popularizando cada vez más entre dueños de locales, ya que expanden sus negocios acaparando el paso de las personas.

“Nos obligan a pasar entre sus negocios, generalmente los dueños de tiendas de venta de películas y música son los que ubican sus productos en medio del paso peatonal y consigo en la demostración ponen sus muestras a todo lo que da el volumen, irrespetando al mismo peatón. Lo más preocupante es que cada vez más comerciantes se hacen participes de esta forma de incomodar al transeúnte y a las personas que viven cerca; así mismo, parece que no hay ningún organismo de control que les exija disminuir el ruido a niveles prudentes”, concluyó Mercedes Rojas, habitante de la comuna dos.

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