Parroquia Apóstol San Mateo: 25 años en medio de una comunidad católica bendecida y llena de fe

Congratulaciones inmensas a esa bella comunidad de San Mateo que por estos días celebra 25 años de fundada su Parroquia de igual nombre. Por ello que bueno recordar sus primeros años de creación haciendo mérito a esas primeras personas: sacerdote y líderes del sector que con su aporte y empeño cimentaron las primeras columnas, no solo de concreto, sino de la inmensa fe viva cristiana que vive este importante sector.


Un poco de Historia… En los años 80’s Soacha sólo contaba con una parroquia: La de San Bernardino (bueno aunque en realidad el barrio La despensa contaba con otra). Por encargo del Obispo de Bogotá (jurisdicción a la que pertenecía el municipio), monseñor Aníbal Luque, el entonces párroco de San Bernardino, Reverendo Alfredo Pérez, tuvo el empeño y gestión de la construcción del Templo de lo que hoy es el epicentro de la parroquia Nuestra Señora de las Misericordias, con esta nueva parroquia Soacha quedó dividida en dos grandes jurisdicciones cuya frontera era la autopista sur; por el costado occidente el templo de San Bernardino y el costado oriente la nueva parroquia de Nuestra Señora de las Misericordias, a ésta última pertenecía lo que hoy conocemos como las comunas 4, 5 y 6, lo que era ya por esa época un basto sector, siendo párroco de la época Rafael Hernández, quien tuvo como sacerdote colaborador al entonces neo presbítero Uriel Salamanca, que luego empezó a atender a los sectores extremos de su parroquia, entre estos, el de San Mateo.

El sacerdote Uriel, literalmente se “enamoró” del sector de San Mateo, el cual pedía a gritos su propia parroquia, púes de sobra era uno de los sectores mas habitados del municipio.

Tuvo la fortuna de encontrar factores que le facilitaron su ejercicio pastoral: Un terreno de cesión que por la época el municipio podía entregar a la iglesia católica, y sobre todo y en mi concepto, lo mas importante: Una comunidad colaboradora que se puso a disposición de lo que sería la tarea más compleja, pero al mismo tiempo más bella: La construcción de su templo parroquial. Entonces vinieron las primeras Eucaristías en medio de ese amplio potrero que luego sería una de las construcciones más hermosas que tiene la Diócesis de Soacha, luego de las misas dominicales llegaron los bazares, la venta de empanadas, las rifas, actividades, todas ellas, que buscaban un único objetivo: Abonar a la edificación del templo.

Con todo este activismo, no solo se canalizaron recursos económicos, San Mateo con ese espíritu de colaboración, de fe y de alegría que giraba entorno a la Eucaristía, poco a poco se fue convirtiendo en el principal “centro de oración Católica”, por eso surgieron muchos grupos pastorales: El grupo JESDA (el mayor acopio de Jóvenes conocido), el grupo carismático, el grupo San Vicente de Paúl, el grupo Mariano, los catequistas, en fin, la parroquia Apóstol San Mateo, aun sin inaugurar su templo, ya era de sobra, una parroquia pujante en oración y aglomeración. A su misa de las 10:00 a.m. de los Domingos empezaron a llegar feligreses de todas partes de Soacha, Bogotá e incluso poblaciones vecinas, atraídos por su “gran fama” de Eucaristías profundas, participativas e incluyentes. Al lado de esas bonitas celebraciones aparecieron las “vigilias”, las “misiones”, las peregrinaciones masivas por todo el terreno nacional, pero lo más impactante era ver a ese “mundo” de feligreses prestos a participar, a colaborar….

De eso han pasado ya 25 años, la comunidad católica celebró con fe y entusiasmo por estos días las bodas de plata de la parroquia, por eso y haciendo gala de la memoria, que bueno recordar a quienes en esos primeros años pusieron, no su “granito de arena”, sino su “volquetada de Arena”, pues con su innegable labor, a veces oculta y discreta, fueron los gestores de lo que es hoy la Parroquia Apóstol San Mateo, por eso un saludo (para algunos a través de la oración, pues han fallecido) a: Don Salomón(un caballero integro), don Pedrito (el sacristán), Doña Blanquita (líder indiscutible), Doña Anita (mujer batalladora), Doña Adelita (mujer sabia y prudente), Marquitos (hombre incansable y de fe), Rosalbita (Mujer paciente y servicial), Don Tito (El vecino colaborador y de buen humor), Doña Elvia (otra excelente vecina y vida llena de oración), Don Armando (el maestro de obra en la construcción del templo), Doña Martica de Bogotá (Mujer apoderada de trabajo y entusiasmo), Robert, Henry y William (los primeros músicos y cantantes que pusieron a “revoletear” a la comunidad), a las Hermanas Sonia y Elizabeth Campos (mujeres preciosas e integras), a don German (quien con sus hijos abonaron en cooperación y esfuerzo). Sin lugar a dudas se me quedan en el tintero por lo menos una decena de nombres que debería hacerle honor en este escrito, pero es que la memoria…

Para ellos y sus familias, para quienes han llegado a alimentar la fe de la parroquia en los últimos años, felicitaciones. Dios les conceda sacerdotes santos, dinámicos, entregados, Dios quiera otorgarles el beneplácito de seguir siendo una de las parroquias más vigorosas de la Diócesis de Soacha.

Edgar Orlando Matallana

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