Promesas de primera y proyectos de tercera

El proyecto de Transmilenio con el que todos los habitantes de Soacha hemos soñado después de soportar durante largos años tortuosos viajes y trancones tras largas y agotadoras jornadas de trabajo, y en el peor de los casos, después de regresar muchos soachunos al hogar tristes y desesperados tras infructuosos esfuerzos por no conseguir empleo, el proyecto avanza con lentitud pasmosa.


Pero lo más grave es que el diseño original que se definió en un principio, según distintas fuentes, ha venido sufriendo paulatinas y sustanciales modificaciones en sus características finales sin que los beneficiarios del mismo, es decir los futuros usuarios, sepan las razones técnicas o financieras que han llevado a que sus constructores introduzcan cambios.

No se entiende cómo el gobierno nacional a través del Ministerio de Transporte, el Departamento Nacional de Planeación y las instancias que están vinculadas a la ejecución del proyecto, asignan recursos sobre la base de estudios de factibilidad que luego se comienzan a modificar en pleno desarrollo de las obras mismas. No existió acaso interventoría en la concepción y diseño del proyecto? La concesión que tiene a su cargo la ejecución del proyecto de la doble calzada Bogotá-Girardot y que también realizará la ejecución del proyecto de Transmilenio, no previó que dicha obra demandaba para su realización la adquisición de una serie de predio que están ubicados a lo largo del trazado del proyecto para que su diseño estuviera bien concebido estética y urbanísticamente?

En realidad todos los habitantes de Soacha estaban convencidos que el proyecto sería similar al proyecto N.Q.S., es decir un corredor de movilidad con amplias zonas peatonales, cilcloruta, arborización y portal, etc., para que la obra tuviera un alto impacto en el mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad que está establecida a todo lo largo del trayecto Bosa -Soacha y que obligaría a desarrollar otros proyectos por parte del municipio que complementarían los beneficios derivados de estas obras, no será justamente mas que una ilusión.

En primer lugar es necesario precisar que a pesar de que Soacha forma parte del área metropolitana de la capital, se ha mantenido generalmente excluida de los proyectos que Bogotá tiene en ejecución o están previstos para los próximos años, claro, con excepción de los programas de vivienda, los cuales se han visto con no pocas ganas y ambiciones por los grandes urbanizadores y propietarios de tierras. Cuando mucho, Bogotá sólo le deja a Soacha un altísimo volumen de contaminación de Co2, producto del intenso tráfico vehicular, un alto número de infracciones, gran cantidad de muertos en accidentes de tránsito y el municipio no sólo aislado sino partido en dos.

En segundo lugar el gobierno distrital y sobre todo el gobierno nacional, han puesto los ojos en las reducidas áreas rurales que quedan en el municipio para ejecutar su proyecto de casi cien mil viviendas, que no contemplan precisamente el cubrimiento del déficit de viviendas de los habitantes del municipio y les ha importado un carajo la comodidad, la seguridad y eficiencia con que se irán a movilizar alrededor de 300.000 pasajeros o más en los próximos años.

En tercer lugar, tal como está concebido el diseño, es de esperar que en los próximos años el crecimiento no solo del número de vehículos que transitan diariamente sino el volumen de pasajeros mismo, con toda seguridad llevará al colapso del multimillonario sistema en gran parte como resultado de la deficiencia de los diseños.

En cuarto lugar el tren de cercanías ya no sería viable en parte por las mismas razones que han forzado al cambio del diseño de Transmilenio: La adquisición o compra de los predios que antes formaron parte integral del ferrocarril y que fue paulatinamente ocupado por particulares con la complicidad y negligencia del gobierno central, departamental y local en el pasado.

En quinto lugar se hace perentorio que las distintas convocatorias que han solicitado representantes de la comunidad para la realización de un foro o audiencia publica tenga eco entre las autoridades locales con el fin de que la comunidad de Soacha sepa realmente qué clase de obra tendrá Soacha y sobre todos sus habitantes, quienes finalmente pagarán la inversión con el valor de las tarifas.

Según los informes que las veedurías ciudadanas están presentando a la comunidad, se tiene conocimiento que además de que el proyecto no contempla un portal digno, el trayecto entre la llamada calle 22 y la calle 16 sufrirá una modificación sustancial en cuanto al ancho de la vía se refiere, y la razón, más que técnica, está relacionada con los costos de la adquisición de los predios particulares del sector que permitan desarrollar las obras adecuadamente.

Desde el punto de vista estético y urbanístico, considero que tal como se piensa superar esta dificultad, constituiría la peor chambonada de la ingeniería nacional, pero eso sí, los incrementos en la valorización y la plusvalía no se harán esperar mediante nuevos y más altos impuestos a los supuestos beneficiarios de la obra.

Ángelhumbertotarquino@yahoo.es

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