¡Qué viva la GUERRA!

Es muy fácil pedir la guerra cuando no se está en medio de ella, país ignorante; como su casa no es trinchera de Militares, Paramilitares y Guerrilla, pues que siga la guerra, como sus hijos hoy no son falsos positivos, pues que siga la guerra, como ustedes no son desplazados de sus tierras, pues que siga la guerra, como sus hijos no prestan el servicio militar, pues que siga la guerra. Así vamos país, así…


Para hablar de los diálogos que se conformaron en la mesa de negociación desde el mes de Octubre del 2012 con las FARC, hay que ser lo menos especulativos y llegar a la raíz del proceso, siendo muy correctos y técnicos desde la terminología hasta la comprensión de la misma.

Algunos puntos deben ser manejados por la sociedad civil en general para no seguir reproduciendo las cadenas de desinformación y el discurso de guerra que tan naturalizado ya se encuentra.

1. En la Habana, Cuba no se está construyendo la ‘PAZ’ se están realizando acuerdos por medio de mesas de trabajo en torno a temas como: Desarrollo rural, Participación política, Narcotráfico, Victimas, entre otros.

2. Se debe entender que no podemos hablar de una PAZ total, pues hasta el momento sólo se encuentra activo y con fecha de finalización el proceso de conversaciones con unas de las partes que generan el conflicto armado, (FARC) en consecuencia con esto, debemos buscar ampliar los diálogos con otros grupos activos del conflicto armado tales como: ELN, EPL, PARAMILITARES, BACRIM, entre otras.

3. Ampliar el sesgado concepto que tenemos de “guerra” pues este término no solo puede enmarcar los enfrentamientos a ‘plomo’ entre dos partes, la guerra es el hambre, la pobreza, la desigualdad social, es la Guajira; pero sí en cambio, podemos hablar desde el conocimiento de lo que se denomina como Conflicto Armado.

4. Debemos hacer un llamado a la sensatez de los medios de comunicación y de la ciudadanía, que se han encargado de reproducir un discurso meramente guerrerista por medio de la absoluta desinformación y la ignorancia.

5. Es necesario desprender y entender el Proceso de Paz, de los escenarios netamente politiqueros, amañados e hipócritas, pues la paz es de la ciudadanía, del campo, está en la capacidad de crear nuevos espacios de participación e inclusión social, debemos quitarle el protagonismo al Presidente Santos, que si bien se hizo elegir por una Paz, y la está cumpliendo a medias, pero que no es de su propiedad, Colombia ha de demostrar que está importante decisión es de una comunidad que camina hacía el desarrollo social sostenible.

Hacer un proceso real de memoria histórica, de reconocimiento y significación de las víctimas, dándoles nombre, género, rostro y memoria, no debe ser comparado con el amarillismo cotidiano de las noticias, tal vez nos llegó la hora de preguntarnos si no vimos o no quisimos ver.

Pero, pese a tanto abuso, muerte, desaparición, amenazas, desplazamiento, aún resisten, resistimos, aun las víctimas tienen la fortaleza de perdonar, exigir verdad y comenzar mil veces más de nuevo, muy a pesar de la infinidad de inconformidades que presenta la ciudad para el proceso de un país, en esté pedacito de historia las mujeres víctimas triunfaron, las mujeres reconocidas como sujetas víctimas de las salvaje guerra salieron de los indultos y las amnistías, pues aquellas conductas tipificadas en la legislación nacional que correspondan a delitos de lesa humanidad como, genocidios, violencia sexual etc, no serán cobijados con este beneficio.

Es hora que dejen de ser los idiotas útiles de un mequetrefe humanoide que le teme a que su bolsillo deje de “disparar billetes”, la guerra es un negocio, es el secreto a gritos que conocemos, pero irónicamente nos justificamos con argumentos pobres de entendimiento, profundidad y veracidad, yo no sé ustedes, pero los jóvenes estamos aburridos de marchar y pintar por cada compañero asesinado y/o desaparecido, está “guerra” nos ha costado a todos de diferentes maneras, pero nos ha quitado algo, nos quita hermanos, padres, tíos, jóvenes, mujeres, hombres, Colombianos.

Para finalizar aclaro vehementemente que jamás defenderé el actuar de los gobiernos de turno a los que por desgracia hemos sido víctimas y victimarios, pero en cambio sí defenderé el hecho mismo de una construcción social, plural, equitativa, incluyente, real y duradera de un país en paz, esperando algún día vivir en
«Un país donde nadie tenga que matar por sus ideas, ni morir por ellas»

Evelyn Huérfano Sánchez

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