¿Quién saboteó el cabildo?

Como la cita decía 9 a.m llegué veinte minutos antes pensando en que seguro no conseguiría una silla para acomodarme. Doce motocicletas y nueve patrullas custodiaban el Teatro Xua, en ese momento sólo habían llegado cinco asistentes, llegar tarde es la costumbre colombiana. A eso de las 9:15 ya había un poco más de veinte personas e inició el ingreso. El evento comenzó a las 9:45 con un aproximado de 350 personas en un lugar donde se pueden acomodar 500, por ahí ya la cosa empezaba deslucida.


La concejala Gloria Uribe da inicio al evento democrático invocando al todo poderoso y haciendo alusión a una religión, si más recuerdo Colombia es un estado laico que respeta todos los credos y allí lo que vimos fue un acto discriminatorio e imponente, no en vano esta concejala es pastora de una congregación cristiana.

Así se da apertura oficial del cabildo quedando acordado que cada ponente duraría cinco minutos y que quien permitiría o no más tiempo al ponente sería la presidenta del concejo, la señora Soraya Escobar, representante de las negritudes del municipio según afirma el aval de su partido, el desaparecido Afrovides, ahora denominado 100% Colombia.

Se inician las ponencias, la primera muy severa al ristre contra el Alcalde, y dura casi once minutos con la benevolencia de la moderadora. La segunda dura cinco minutos, la tercera nueve, la cuarta cinco, la quinta diez, la sexta cinco minutos y luego de una hora y diez minutos de iniciado el evento, el párvulo concejal Giovanny Ramírez, mucho más diplomático que Vargas Lleras, propone que se limite el tiempo a los ponentes a tres minutos, seguramente ya aburrido de encontrarse en un lugar donde adjetivos, verbos y frases como: pesadilla, traición, desconoció, negligencia, problemáticas, necesidades, caos ambiental, servicio de salud insensible, inhumano y sin control, habitantes de calle que llegan a camionados al municipio, eran el menú del momento. Pero el concejal Rodríguez Chía, quien hábilmente hizo lectura del interés de los asistentes, defendió la idea de continuar los cinco minutos por ponente, lo que le representó un aplauso al respetable.

Así se dio inicio a una correría de ponentes medio censurados debido al pésimo ejercicio de moderación. Humberto Tarquino se quedó con la palabra en la boca cuando empezaba a cuestionar el tema de la educación en el municipio, pero lo más insensato fue la censura al promotor del cabildo Pedro Guzman, a quien la presidenta del Concejo Municipal le apagó el micrófono tajantemente en sus exactos cinco minutos, mientras exponía una documentada ponencia de la monumental mamadera de gallo y prórrogas en la construcción del Colegio las Villas, lo que demuestra una burla a la ley 134 de 1994 en su artículo 86 que menciona que se debe dar voz a quienes solicitaron el cabildo, pero lo peor del tema no es eso, sino que los resultados de un cabildo abierto no son decisiones vinculantes, es decir, que no son de obligatorio cumplimiento para el mandatario o la corporación a la que le atañen los efectos de las discusiones y conclusiones logradas.

Y así quedó claro que cuando hay un Concejo Municipal y un gobierno local que no está conectado con el interés de la comunidad, lo que queda es la imagen de la fábula de los burros que jalan para lados contrarios.

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