Sin Dios ni ley

Desde hace mucho tiempo y especialmente por este medio informativo hemos venido clamando por la inseguridad que se vive en nuestra tierra. Más parece que estuviésemos arando en el desierto, que haciendo algo en beneficio de la seguridad de Soacha, pues cada día es más grave la situación, hasta el punto que se pierde la esperanza por ver a nuestra tierra como antes se veía, un verdadero remanso de paz y alegría.


Tenemos que aceptar que no hay tranquilidad, menos paz, porque las autoridades de todo orden dedican su tiempo más al bla, bla, bla, que a tomar medidas urgentes para llevar a cabo el cumplimiento de su obligación lo cual no es un regalo, sino una tarea urgente de quienes gobiernan, porque así se consigna en la Constitución, que es ley de leyes, pero que no se lleva a cabo, no sabemos por qué. Aunque tales autoridades deben saber que la existencia de ellas les obliga a cumplir con lo señalado en la Carta y las Leyes y no a que aparezcan como si fuera un «sarcasmo de los dioses», pues sus actuaciones dan lugar a creer que la inseguridad,que permanentemente se presenta en Soacha es algo que se tratara de una «herencia genética» y no el olvido total de quienes nos gobiernan y deben defenderla.

¿Qué se hace, entonces, en tantas reuniones con autoridades de policía de Cundinamarca, Alcalde, Secretario de Gobierno y hasta funcionarios de la Gobernación? Pues nada, porque la situación sigue igual y hasta el Alcalde tuvo que cambiarse de residencia, porque los atracadores que pululaban por allí, lo obligaron a hacerlo. Cuando la situación llega a estos extremos, no hay nada que hacer, entonces, la situación es únicamente de «apaga y vámonos».

No se puede tratar en igual forma a la actual policía y a su Comandante, porque acaba de llegar y no conocen lo que se vive y, además, «les tocó bailar con la más fea», como se dice en el argot popular y, naturalmente, se ganó la lotería del 29 de agosto.

Pero, perdónenme la insistencia. Esto que estamos viviendo en Soacha, no es más que el resultado de la incapacidad, la ignorancia de las obligaciones y la abulia de quien en dos oportunidades fue Comandante de la Policía y fue incapaz de realizar actuaciones que indicara su presencia como tal en esta tierra, y se dedicó, más bin, a vegetar y a pedir que se creara el «trinomio perfecto para la seguridad: Administración Municipal, Policía Nacional y Comunidad, a fin de enfrentar estos problemas» y nunca llegó a nada claro y menos a terminar con la violencia, atracos y venta de alucinógenos, que se venden por doquier, incluso frente de la Alcaldía Municipal.

Con todos estos antecedentes tenía que llegar lo que se presentó hace escasos veinte días. La presencia de hampones que pudieron acabar con los bienes ajenos y asesinar a quienes se lo impidieran. Y, entonces, recordamos, también al ex Secretario de Gobierno Antonio José Ardila, que ignoró siempre las funciones de su cargo y pretendió la «prevención» y una escuela de convivencia» y lo buscó convencido que era la solución, pero jamás le funcionó, y Soacha se libró de su indigna presencia.

Y este periódico, en su oportunidad, señaló que la inseguridad de Soacha llegó hasta el Barrio del Alcalde, pues en La Fontana, lugar donde por muchos años vivió el Alcalde, Juan Carlos Nemocón, también se vio afectado por la creciente y desmedida inseguridad que golpea al Municipio, y debió dejarlo. Hoy es una especie de guarida donde se consumen drogas se bebe alcohol en exceso y roban a quienes viven cerca de tal sitio. El Parque ha quedado a merced de los delincuentes y la Policía nada sabe de esta situación que afecta otros Barrios del sector.

En otra oportunidad, cuando el Alcalde se encontraba almorzando en el sector de Indumil, un hombre protagonizó una balacera en las afueras del Restaurante e hirió a un Agente de la Policía que hacía parte de los escoltas del burgomaestre, pero, en el momento, no se supo su identidad, ni la razón del disparo.

Pero alguna vez el Alcalde, señor Nemocón estuvo un operativo nocturno de seguridad, liderado por él y el Secretario de Gobierno y el Comandante del Batallón de Policía Militar Nº 13, y se decomisaron armas blancas y alucinógenos. También lo hizo con un Batallón especializado y también fue un éxito, por el decomiso de armas y alucinógenos.

Pero no olvidemos que en San Mateo se decía que atracan a los conductores de vehículos y las autoridades no hacen nada para evitarlo. Y en pleno Parque Principal atracan y expenden toda clase de alucinógenos y es precisamente, donde está ubicada la Alcaldía Municipal.

Pero también se anunció con bombos y platillos que desde el centro de monitoreo del Comando del Distrito de Policía local, se vigilarían cada uno de los puntos críticos en materia de seguridad y que posteriormente se instalarían otras 20 o 25 cámaras más. Al instalarse éstas, el Comandante solicitaba a los residentes que los vigilaran y dieran cuenta inmediatamente al Comando, de la presencia de sospechosos. ¿Entonces cualquier desprevenido se pregunta: la Policía qué hacía?

De manera que, en materia de seguridad hay una orfandad latente y es, sin lugar a dudas, el resultado de la actual situación de Soacha y, podría jurar, es también la consecuencia de lo vivido por mi pueblo el pasado 29 de agosto lo que le costó la vida a un joven y la destrucción de locales y robo de las mercancías que en ellos se vendían, dejando en la miseria absoluta a muchos de sus propietarios que, honestamente, laboraban para suplir sus propias necesidades.

Es el resultado de la irresponsabilidad de las antiguas autoridades de Policía locales que ignoraron la terrible situación de inseguridad de nuestro Municipio, y la venta de alucinógenos por todas las calles de Soacha y, desgraciadamente, en algunos Colegios que están acabando con la juventud soachuna.

Y si la inseguridad existe para el común de la gente, también ha afectado hasta los propios concejales, que en número de tres fueron atracados por maleantes quienes los despojaron de su dinero y objetos personales.

Para ser justo, hay que decir que después de que el señor Murillo fue designado como Comandante de la Policía local, se hizo notar no solo por su presencia, sino por el cambio radical del personal a su mando, con resultados altamente positivos, porque cumplió con sus obligaciones, pero lamentablemente su permanencia fue corta, no sabemos la razón .

¿Y del actual Comandan te qué decir? Que acaba de llegar y que sus subalternos cumplieron con sus obligaciones en la peor situación vivida en Soacha y que algunos fueron heridos por los maleantes que quisieron apoderarse de los bienes, pese a la labor de la Policía.

En síntesis, todo, absolutamente todo, estaba listo, para que los maleantes hicieran de las suyas el pasado 29 de agosto y, además, porque estamos seguros que la Alcaldía no había intentado prevenir, para tal día, los delitos y contravenciones que afectarían la seguridad ciudadana, máxime cuando se desarrollaría una manifestación en apoyo a los agricultores, desde días antes en huelga, y con campesinos soachunos que la respaldaban.

Para concluir, hay que dejar bien claro, que la situación vivida en Soacha el 29 de agosto es el resultado de la misma inseguridad que allí se vive desde hace muchos años y que cada día aumenta, porque nadie la detiene, los maleantes encuentran todas las facilidades, para delinquir y solo cuando hechos gravísimos se presentan, las autoridades dan toda clase de versiones, pero jamás aceptan responsabilidad, porque la culpa es de otros, ya que ellos no la encuentran en sus propios Despachos.

No olvide, señor Alcalde, lo que Weber señaló ya hace algún tiempo y que debería tener escrito muy cerca de su escritorio:

«La función pública moderna exige, en nuestros días, un cuerpo de trabajadores intelectuales especializados, altamente cualificados, preparados para su tarea profesional por una formación de varios años y animados por su honor corporativo extraordinariamente desarrollado en el capítulo de la integridad.»

Tampoco olvide, señor Alcalde, que la regla general de la Policía señala: En el ámbito urbano la Policía tiene como propósito «Prevenir y controlar los delitos contravenciones, que afectan la seguridad ciudadana. Reducir la criminalidad en áreas críticas afectadas por bandas delincuentes y criminales, así como redes de apoyo a los grupos armados ilegales.»

Además, señor Alcalde, parodiando a don Enrique Gil Calvo, hay que decir que Ahora sabemos que Soacha no es un purgatorio pasajero sino un infierno permanente, y sin Dios ni Ley.

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