Soacha es recordada como ejemplo de fraude electoral

A pesar de que después de las elecciones de 2007 Soacha comenzó a borrar el estigma del fraude electoral, cuando la Registraduría Nacional habla del tema es imposible olvidar lo que sucedía en el municipio antes de ese año. Hoy, con la instalación de la biometría, las posibilidades de alteración se han reducido casi a cero.


La Registraduría cuenta con una base de información personal de la totalidad de los ciudadanos que está empleando para identificar a los votantes en las elecciones, pero que puede evolucionar a realizar todo tipo de transacciones con solo poner la huella.

Se trata de uno de los archivos de mayor credibilidad del mundo que fue consolidado por accidente. En 1948 la Constitución encargó a la Registraduría el manejo y control de los temas electorales y de identificación de los colombianos, sin que se pudiera prever que estas funciones se iban a convertir en la principal herramienta para enfrentar el fraude en los comicios. A juicio del delegado para lo electoral de la Registraduría, Alfonso Portela, el delito más extendido en las votaciones.

El Archivo Nacional de Identificación (ANI), donde reposa la información personal de los colombianos, es una base de datos que se conecta a un sistema biométrico y a través de las huellas digitales confirma la información. En síntesis, al presentar la cédula de ciudadanía en los puestos de votación y pasar por el filtro biométrico, no hay forma de que se pueda suplantar la identidad.

“En 2008 nos dimos cuenta de que la suplantación del elector era un mercado, un negocio. Se ponían en los registros personas que ni siquiera viven en el país. Aparecían votos fantasma con cédulas que no eran presentadas por sus propietarios. Se suplantaban electores, se suplantaban jurados y era un delito difícil de detectar”, afirmó Portela, quien recordó los primeros ensayos de la herramienta contra el fraude “en los cuales nos bajaban los tacos para que no funcionaran los equipos y saboteaban los puestos de votación, pero la situación fue tan efectiva que en unas elecciones atípicas llegamos con los equipos y los jurados falsos se volaban hasta por los muros para evitar se cogidos en el delito”.

La biometría se ha instalado en elecciones nacionales en los lugares donde históricamente se presenta fraude electoral como Magangué (Bolívar), Sahagún (Córdoba), Soledad (Atlántico), Soacha (Cundinamarca), Jamundí (Valle), Maicao (Guajira), Castilla La Nueva (Meta). El resultado ha sido que no se ha suplantado el elector y, pasando a consideraciones políticas, los caciques regionales, a los que se les atribuía fraude electoral, terminaban derrotados en las urnas.

Pero la identificación biométrica ha venido evolucionando y su uso se puede extender a los trámites ante entidades públicas, diligencias bancarias y transacciones personales como compra de vehículos. Así lo explica Frídole Ballén Duque, Registrador Delegado para la Identificación, quien señala que “en Colombia no se hace ninguna transacción sin cédula, su número ahora se extiende a otros documentos como la libreta militar, la licencia de conducción y el pasaporte. Eso quiere decir que con los datos que se recopilan al momento de sacar la cédula como las huellas digitales, es imposible que se pueda suplantar la identidad de alguien”.

Ejemplos hay muchos. La Registraduría, por ahora tiene convenio con diez entidades entre las que están el Banco Agrario, el Inpec, Notariado y el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt). En esas entidades la huella y la cédula evitan cualquier equívoco a la hora de hacer transacciones. Pero su uso se puede llevar a, explica Frídole Ballén Duque, “a la plena identificación de los beneficiarios de programas sociales del Estado, que los pensionados puedan reclamar su mesada sin certificados de superviviencia porque no han sido dados de baja de las bases de datos y hasta el reconocimiento de antecedentes disciplinarios y judiciales”.

Un reconocimiento de los ciudadanos de este nivel no deja de generar suspicacias para quienes vaticinan la llegada de una sociedad de control en la que a través de los datos se conocen los aspectos más reservados de las personas, al mejor estilo del panorama planteado por el escritor británico Goerge Orwell en su conocido libro 1984, una novela de ficción donde plantea la expresión “el gran hermano nos vigila”.

Pero más allá de las historias sacadas de la literatura, la biometría es una herramienta que se pondrá nuevamente a prueba en las elecciones regionales de octubre para evitar la suplantación de los electores, pero seguramente, en próximos años, para cualquier tipo de transacción solo será necesario poner la huella.

Tomado del Espectador.com

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp