Suacha, una ciudad mercancía

En el contexto del foro “Ciudad de mercado o ciudad de derechos” organizado por la Red Juvenil de Suacha el pasado 2 de abril, en representación del grupo de estudio Suacha, Memoria, Identidad y Territorio, realicé las siguientes reflexiones sobre tres preguntas sugerentes que apuntan a cuestionar la complicada realidad que vivimos los habitantes del municipio de Suacha.


Por tanto me permito compartir una adaptación de lo expuesto en el foro divida en tres entregas, dedicando algunas ideas a resolver estas complejas e interesantes preguntas. Está claro que los demás compañeros expositores tuvieron apreciaciones distintas según su campo de formación o interés, aunque todos coincidimos en que nuestra tierra necesita un cambio urgente y profundo en las múltiples facetas que atañen al territorio y su actual modo de desarrollo.

¿Qué diagnóstico hace de la realidad del municipio de Suacha?

Desde el interés que me mueve, o sea el de la historia y el de la pedagogía del territorio, puedo aducir que somos un territorio sin memoria, cuya identidad se perdió con el trasegar del tiempo. Suacha posee una larga tradición histórica desde hace 12mil o 11mil años, pero poco de eso ha sido contado. En ese sentido en la actualidad desconocemos mucho acerca del devenir histórico Suachuno y de las transformaciones en términos culturales, históricos y espaciales que han acontecido en este lugar.

La historia de nuestro territorio no ha sido contada de manera amplia y eficaz, para que los demás reconozcan el valor cultural de este municipio, el cual no sólo sería relevante para la localidad, sino para la región y quizá el país. Luego entonces vemos una ciudad que niega su pasado bajo los estándares de la urbanización desmedida y las nuevas actividades económicas. El llamado progreso y desarrollo cambió las dinámicas sociales y culturales del municipio, pues ya no es la Suacha agraria; la de los cultivos de cebada, de trigo, la de las haciendas ganaderas que por ejemplo retrataron Humbolt, Groot y Holton en sus crónicas, sino la urbe saturada y atestada de diversos problemas de tipo social y político.

Es claro que el territorio no puede ser ajeno a los cambios de orden mundial; la globalización llegó aquí, pero como es notorio de manera totalmente transgresiva cortando radicalmente con nuestras raíces, poco de lo indígena, de lo colonial subsiste aquí, poco de ese encuentro de culturas ha sobrevivido al avance constante de la expansión urbana, la industrialización de algunas zonas y la transformación de algunos sectores en focos de extracción de materias primas con destino a la capital.

Es así que nos volvimos una feria de recursos para Bogotá; en un primer momento eran los productos agrícolas, después la extracción de materiales de construcción a la par con la explotación de recursos para producir energía. (Carbón y energía eléctrica provenientes de las fuentes de agua) Por ende somos una ciudad mercancía, la cual ha sido expoliada de su naturaleza y de su memoria, y que buena parte de todo eso ha sido destinado a la ciudad capital. La historia de otras poblaciones de la sabana no es distinta.

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp