El 30 de julio, Sixto salió de su casa del barrio Luis Carlos Galán de la localidad de Engativá, y luego de despedirse de uno de sus hijos partió a hacer un supuesto trasteo a Soacha. El hombre nacido en Saboyá, Boyacá, nunca se imaginó que una tragedia estaba por venir.
“Sixto caminó hacia el barrio Bachue donde guardaba la camioneta y donde era muy querido y respetado, y una vez llegó alistó todos los elementos de su trabajo y se desplazó hacia el barrio Los Cerezos a recoger el supuesto trasteo”, relató su esposa Orfilia Gordillo.
El hombre salió hacia Soacha y desde ese momento no se supo más del paradero de Sixto. Las horas pasaron y uno de los hijos, al notar que su padre no se comunicaba, tomó el teléfono y lo llamó.
“Mi hijo al ver que no contestaba me llamó y me dijo que su papá no le contestaba y que era muy extraño porque él nunca apagaba el celular. Enseguida viajé a Bogotá porque me encontraba fuera de la ciudad y rápido llegué a la casa a encargarme de todo. Recuerdo que la noche del 30 no pude dormir bien por la ausencia de Sixto, pensando que estuviera pasándola mal”, explicó la esposa.
Al otro día, 1 de agosto, los hijos de don Sixto se reunieron y comenzaron a buscarlo por todo lado, y en medio del desespero diseñaron volantes que repartieron por diferentes partes para dar aviso de su pérdida. Pero todo fue en vano.
El 4 de agosto el cuerpo sin vida de Sixto fue visto por residentes de la zona, quienes dieron aviso inmediato a las autoridades, las cuales se hicieron presente en el lugar y luego de haber realizado la inspección del cuerpo fue llevado a Medicina Legal, de donde avisaron a su familia días más tarde que su cadáver reposaba en una de las salas de la entidad forense.
Una versión apunta a que varios sujetos le estaban estudiando los movimientos a Sixto desde hacía varios días con el fin de robarle su camión de acarreos, y planearon un supuesto trasteo a Soacha donde al parecer, lo asfixiaron y luego lo dejaron abandonado en el humedal Neuta.
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